lunes, 9 de enero de 2012

Empezó el año con un redoble de tambor. Todas las historias tienen un principio, un nudo y un desenlace, como bien nos enseñaron en el colegio. A veces, los finales son más bonitos que otros, pero siempre son finales. Los nudos, en cambio, pueden ser más largos o más cortos, pero seguirán siendo nudos.

Esta historia que intentábamos contar, empieza un buen primero de año dónde todo puede pasar, y todos quieren que sus deseos se cumplan. La luna llena, impresionante, se reflejaba en el mar. Mientras, un grupo de amigos disfrutaba de su última noche del año, juntos, unidos. Y ésta es la historia del largo nudo, y porqué no, la del final feliz. Un nudo que a todos nos gustaría que fuera eterno: un vivir intensamente los momentos juntos, una vez más improvisar y descubrir lugares... Un grupo de amigos sonrientes, sin que su final se pueda otear en el horizonte, son los protagonistas de la historia que nunca se contará, o quizá algún día...

Y esperemos que la historia que empieza con la luna llena y un redoble de tambor, termine dentro de muchos muchos años.


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